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Imagínese que usted se encuentra con una persona extraordinaria que puede mirar el Sol o las estrellas en cualquier momento del día o de la noche y decirle exactamente la fecha y hora: “Hoy estamos a 21 de noviembre del 2012 y son las 12:32 horas y 18 segundos”. Sería un caso singular, y seguramente admiraríamos a semejante persona por tan rara habilidad; pero ¿no sería más admirable aún si en vez de dar la hora hubiera construido un reloj que pudiera marcar la hora para siempre, aún después de que esa persona hubiera muerto y desaparecido?

Tener una gran idea o ser un líder carismático visionario es “dar la hora”; crear una compañía que pueda prosperar más allá de la presencia de cualquier líder y a través de múltiples ciclos de vida de productos es “construir un reloj”. Los constructores de compañías visionarias tienden a ser constructores de relojes, no dadores de hora. Se concentran principalmente en crear una organización, un reloj que ande, más bien que en llegar al mercado en el momento preciso como un producto genial y luego aprovechar la curva de crecimiento de un atractivo ciclo de vida del producto. En lugar de concentrarse en adquirir las características de personalidad individual del líder visionario, adoptan una táctica arquitectónica y se concentran en construir características organizacionales de las compañías visionarias. El resultado primario de esos esfuerzos no es la implementación tangible de una gran idea, la expresión de una personalidad carismática, la gratificación de su amor propio, ni la acumulación de riqueza personal. Su gran creación es la compañía misma y lo que ella significa.

Cómo llegan las organizaciones a hacer cosas visionarias?. La visión ha sido objeto de mucha atención en la prensa popular y entre los pensadores de la administración. Por una parte, el término “visión” se ha manoseado tanto y se ha usado en tantas formas distintas que más confunde que aclara. Algunos consideran la visión como la imagen del mercado futuro en una bola de cristal; otros piensan en función de una visión de productos o de tecnología. Sin embargo algunos más piensan en una visión de la organización –valores, propósito, misión, metas, imágenes de un lugar de trabajo idealizado-. ¡Qué confusión!, con razón tantas personas prácticas de negocios han sido tan escépticas acerca de toda la idea de visión; pareciera una cosa demasiada confusa, oscura e impracticable.

Para muchas compañías visionarias el negocio ha sido históricamente más que una actividad económica, más que una simple manera de hacer dinero. A lo largo de la historia de la mayoría de estas compañías hemos visto una ideología central que iba más allá de consideraciones puramente económicas.  No vamos a decir, por supuesto, que las compañías visionarias no se hayan interesado en la rentabilidad o en la riqueza de los accionistas a largo plazo (observe que decimos que son más que entidades económicas, no que son otra cosa). Desde luego que buscamos utilidades económicas, pero también persiguen ideales más amplios y más significativos, La maximización de las utilidades no predominan en las compañías visionarias; pero ellas persiguen sus fines lucrativamente. Hacen ambas cosas.

Recordemos que La Rentabilidad es una condición necesaria para la existencia y un medio de alcanzar fines más importantes, pero no es un fin en sí misma para muchas de las compañías visionarias. Las utilidades son como el oxígeno, el alimento, el agua y la sangre para el organismo; no son el objeto de la vida, pero sin ellos no hay vida.

Las empresas visionarias no olvidan que deben de generar utilidades, pero al mismo tiempo entienden que tienen una responsabilidad social, que deberán de hacer crecer a su personal y buscarán la sustentabilidad de la compañía.