Son aquellas que le inyectan la energía necesaria para impulsar su vida…
Renunciar es una elección más que tenemos en la vida.
Renunciar implica dejar voluntariamente algo que se tiene o que se podría llegar a tener; renunciar es desistirse, privarse o prescindir de algo e incluso de alguien. Renunciar es pasar de largo frente a aquello que alguna vez, consideramos positivo para nosotros y puede ser, no siempre, que la renuncia sea la mejor decisión que podamos haber tomado, o no…
Porque siempre a la renuncia, pese a haberla elegido voluntaria y conscientemente, le sigue un tiempo de incertidumbre y desasosiego, un tiempo de duda e incluso de temor, un tiempo que sólo la nueva realidad podrá resolver y aclararnos si esa fue la mejor opción, una de las opciones, o simplemente la única opción que teníamos.
Así son las renuncias, muchas veces tan simples, otras tan complicadas y otras más profundamente necesarias. Porque renunciar, siempre hay que renunciar, pero hay de renuncias a renuncias, porque cada renuncia tiene que tener una razón que la sustente, y por supuesto esa razón traer consigo una nueva elección, un nuevo compromiso y una nueva responsabilidad…
Y deberíamos, todos deberíamos, sentirnos felices ante una renuncia voluntaria y consciente y, sin embargo, cada día tememos más a la renuncia porque, de alguna manera, la relacionamos con las pérdidas y no con las ganancias, y ese es el gran impedimento para crecer en la vida y transformarnos.
En la vida, obligatoriamente debemos elegir renunciar, y si me lo permite, deberíamos educarnos para renunciar más a menudo, porque en el ejercicio de la renuncia está también el ejercicio de la elección y del cambio.
Por eso hoy le invito a que renuncie, sí, renuncie a todo aquello que le resta felicidad, entusiasmo y pasión por la vida, renuncie a todo aquello que le impida crecer, renuncie a todas esas actitudes, conductas, ideas y pensamientos que le mantienen firme ante la necedad de lo imposible, renuncie a la rigidez, renuncie a su ego, renuncie al drama, renuncie a lo que necesite renunciar, pero renuncie, siempre, por una buena razón…
Y una buena razón es saber que esas renuncias traen implícitas nuevas y mejores elecciones, y manténgase firme en el camino.
Recuerde que las renuncias bien hechas liberan y transforman, no renuncie nunca a sus sueños y sus deseos sólo porque ha tenido una mala experiencia, porque muchas veces hace falta también renunciar al desistimiento de volver a intentarlo una y mil veces. Así que también elija cuando sea necesario renunciar a renunciar, porque hay privaciones que no son necesarias, elija renunciar, desistirse, privarse o prescindir de algo o de alguien una vez que tenga estructuradas esas buenas razones y por supuesto un nuevo plan de acción.
Porque no hay buenas renuncias, sin buenas razones, sin motivos más interesantes, sin sueños e ilusiones más grandes y sin transformaciones más profundas. Así que elija renunciar voluntaria y conscientemente aun cuando la renuncia sea su única opción, porque es posible que esa sea también la mejor de las razones.
Renuncie, renuncie sin miedo, y recuerde que las mejores renuncias son aquellas que le inyectan la energía necesaria para impulsar su vida hacía nuevos deseos. Y qué sería de la vida sin deseos…
Notas de Paola Domínguez Boullosa