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«Estrategia es la creación de una única y valorable posición, que envuelve diferentes actividades, creando espacios (Trade – Offs) en la competencia y a la vez encajando (fit) todas las actividades de la organización.»
Michael Porter
Toda empresa necesita y debe tener una estrategia. Aquellas que siguen una estrategia, pueden valorar el efecto de cualquier circunstancia sobre sus planes de avanzar en la dirección prevista, pueden analizar la conveniencia o no de modificar sus objetivos o su curso de acción. Pueden preparar actuaciones contingentes frente a situaciones de incertidumbre. Las empresas sin estrategia, avanzan sin rumbo fijo. La estrategia es la forma de establecerlo y de coordinar los esfuerzos de todos los partícipes en la organización para moverse en la dirección y el modo elegidos. Un gran número de empresas tienden a imitar estrategias de competidores que han tenido éxito; por otra parte, algunas empresas tienden a perpetuar las estrategias que les llevaron al éxito en el pasado. Sin embargo, «ni las estrategias de imitación, ni las de continuidad son en si mismas, garantías de éxito»; al contrario, estos tipos de estrategia tienden a repercutir negativamente en las empresas que las siguen, si no son coherentes con la situación particular tanto interna como externa de la misma firma. Grant (1995), afirma que para que una estrategia sea exitosa, ésta debe ser consistente con los valores y las metas de la firma, con los recursos y capacidades de la misma, con su entorno, con su estructura y sistemas organizativos.
Para que el concepto de estrategia sea una herramienta útil para alcanzar objetivos de la empresa, es preciso convertir la noción agregada de estrategia en decisiones concretas para todos los niveles en que opera la misma, para lo cual es útil identificar tres niveles de estrategia: estrategia corporativa, estrategia de negocio y estrategia funcional.
IMPLANTACION DE LA ESTRATEGIA.
La formulación de la estrategia no puede estar separada de su implantación. Para Quinn (1980), su hipótesis central, es que los directores siguen un proceso lógico para construir sus estrategias, de tal manera que: a) La formulación de la estrategia y su implantación no estén separadas, sino que son un único proceso con diferentes pasos; b) El modelo en el cual la estructura debe seguir a la estrategia, no es satisfactorio para explicar la necesaria cohesión de las personas, para la implantación de la misma; c) Toda la organización es partícipe de la formulación e implantación, porque un solo hombre no es capaz de tener todas las variables relevantes para definir el rumbo deseado por todos.
El éxito, es decir, que se cumplan los objetivos estratégicos, es la resultante de una compleja interacción entre la estrategia y todos estos elementos. La diferencia entre la formulación y la implantación radica en que, en la primera, se dice el dónde y, en la segunda, el cómo llevar la compañía desde donde hoy está, hasta donde debería estar mañana. Cada uno de los elementos mencionados, pueden servir como armas estratégicas, en el establecimiento de barreras de entrada o para introducir ventajas competitivas en nuevos mercados o negocios. Algunas veces convendrá hacer énfasis en alguno de ellos conservando el equilibrio por los efectos secundarios o la interrelación que existe entre ellos.
Notas de Gonzalo Gómez Betancourt (INALDE)